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      Walter Benjamin equipara el sistema capitalista a una religión en su libro El capitalismo como religión (1921). En este libro se desarollan diferentes ideas que acaban proclamando el sistema económico, el capitalismo, como la religión de nuestros días.

      Benjamin reseña que quizás nos encontramos ante la religión cultural más extrema y absoluta que jamás haya existido. Es una religión de culto “sans trêve et sans merci”, sin tregua y sin piedad, es decir, no existen días laborales o de "no culto", por tanto, los días festivos o de culto han pasado a ser todos los días. Nuestro día a día se ha convertido en la ceremonia sacra a este sistema. Por otra parte, el culto capitalista no se trata de un culto expiatorio de culpa o pecado a través de un tercero, se trata de un culto culpabilizador. El culto capitalista no conoce redención, ni redentor, y el cargo de conciencia se vuelve a retroalimentar en más culto. Según explica Benjamin "Una monstruosa conciencia culpable que no conoce redención se transforma en culto, no para expiar en él su culpa, sino para volverla universal... y para capturar finalmente al propio Dios en la culpa... Dios no ha muerto, sino que ha sido incorporado en el destino del hombre”.

      Benjamin la bautiza como la religión de la desesperación.

     

      Altar Al Consumo (2016) es una instalación trabajada a partir del análisis de la estructura arquitectónica tradicional de la Iglesia. A partir de ese análisis se recreó un altar de Iglesia acorde a la nueva religión proclamada en 1921 por Walter Benjamin, el capitalismo. 

      El espectador debe recorrer de manera frontal hasta el altar un pasillo de tickets, resguardos de compras o servicios, colgados a diferentes alturas y de manera secuencial hasta llegar al retablo. Con esta pieza se invita al público a contemplar el cambio de roles, íconos y símbolos sobre una misma estructura. 

      La Iglesia es la representación arquitectónica de la propia religión y esta contiene formulas estéticas, formales y visuales, que pretenden influir en el espectador. A partir del análisis de diferentes capillas, iglesias y catedrales se dio la conclusión que casi todas presentaban una misma formula, un patrón común. Un pasillo central llevaba al espectador hasta un altar, detrás de este, un gigantesco retablo se presenta como monumental haciendo sentir pequeño al espectador y enajenándolo por su complejidad y monumentalidad. El retablo porta íconos y simbología religiosa materializados en pintura y escultura. No olvidemos que la Iglesia utilizaba la pintura y la representación para "enseñar la fe y la religión" al pueblo analfabeto.  

     En esta propuesta el sector financiero, el crédito y la banca, ocupa el lugar que dejó el párroco y la Iglesia. Los santos, las imágenes veneradas, ahora son logotipos e imagotipos de grandes empresas e industrias. 

Altar Al Consumo (2016) *Work 22

Ramón Picazo

Papel, papel térmico, hilo de nylon, mimbre, DM y contrachapado  

Instalación

Dimensiones variables

Fotografía / Pothography / Photographie Alfonso M.

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